miércoles, 6 de mayo de 2015

CASI 25


Hoy es uno de esos días como esos días en que uno se escribe algo torpe para recordar en el futuro. Aunque ni siquiera sepa de qué futuro esté hablando. 
Hoy es uno de esos días en que uno llora los soles que ya han caído por el balcón de otros. 
Llora los días de verano y esos amigos que no volverán pero que siempre estuvieron.
Se hace pesada la hora de la cena en una casa vacía de recuerdos que no pueden regresar.
Pero se sigue sonriendo como un gran idiota perdedor, que ahora sabe que lo ha ganado todo.
Y siempre lo hará.
Así me siento, sin la obligación de tener que escribir pero con la necesidad de tener que desvestirme delante de este texto. 

Con los perros, con mi perro, perdón, en las alforjas de mis ojos, corriendo a destiempo detrás de su saliva. Dándome los buenos días. Diciéndome: eres joven siempre, siempre lo serás ante mi mansedumbre. 
Este es uno de esos días en que el mundo arde pero nadie se da cuenta, las franjas azules del
pueblo cortan el aliento a los que sueñan y les hacen heridas en los párpados hasta dejarlos 
pasmados. Echan de menos todo lo que odiaron de sí mismos, todo lo que vieron en otros que admiraron y, todo lo que entonces detestaban, de repente, cobra el cariz de un buen cuento, abriéndose en canal como una foto sin temor a pesadillas. 

Hoy es uno de esos días en que el cerebro pica como no picaba desde hace inviernos.
En que canto a la madre de todas las madres, la mía, y la amo y la venero por ser eternamente mi gran diosa. 
Hoy, como ayer, los versos nacerán un poco más cansados, más pesados, furibundos y amarillos, pero seguiré cantando. Esa es la rutina de mi vida. Vivir tan fuertemente que nos duela, tan solo el estallido, que la melancolía sea el paso abierto a otros tantos días de verano.

Así es como pienso recordar lo que he sentido. Las infidelidades, los vahídos, las golpeteadas de pecho en las aceras, las borracheras de noches y de día, las horas en que no me quise tanto. 
Así es como renaceré cada vez que quiera perderme, aunque sea un poquito. 
Sonreiré sola con el nudo en la faringe y las cosas delante de los morros: bizcas y felices. 

Hoy es uno de esos días en que nada importa más que este misterio, este deseo de continuar la vida, de no bostezar ante lo bueno. De no ponerme más la zancadilla, descubrir que hay montañas de desvelo, cumbres que me esperan todavía. Besos sin más miedo. Poemas que gritarles sin la rima.

Ya, ahora,"Que hoy es siempre todavía. Que nunca nos gustaron las despedidas...pero si las quimeras."



Diana Forte.

Poesía en todas partes...


¡ESTAMOS RODEADOS!

"Tan valientes de la boca al vientre
prendimos fuego a las calles en tardes como de lluvia,
como de espanto, 
como de viento que llorase. 

Tan puros con aquellos pasamontañas, 
rozándonos los dedos antes del estallido, 
leyendo revoluciones 
mientras hacíamos el amor 
                                        
con la nuestra en las ventanas. 

Tan vivos, tan duros, 
tan estudiantes de un mundo que moría
con el pellejo del recuerdo colgado en nuestros párpados. 

Luchábamos así 
la inocencia de las horas nocturnas.

Pero se ha ido la ceniza de las calles, 
el polvo y el pájaro que cantaba en los graffitis. 
Los días de gritos en las universidades. 

Hemos sido sustituidos por robots 
que emulan el sonido del amor 
cuando los tocan. 

Hemos bajado la guardia y 
refugiados 
en los salones silenciosos de la culpa, 
seguimos mirando a través de la ventana;
tristes, 
con la pena del pasado, 

con la pena del presente y del futuro. 

Ya no nos asimos a los ojos, 
pero ellos mismos 
se buscan en la fuerte noche de secreto: 

"Que alguien arroje la primera cerilla. 
 Que empiece de nuevo la existencia."


DIANA FORTE