que rompe el río
y como el agua que desborda el vaso.
Y siento como siente el mar
el corte
de la aleta feroz
de una gran sacudida.
Y si siento como Isolda tras la ausencia
y como Maggie antes del golpe-la sangre
en todas partes- la extensa locura,
el grito de la noche
la montaña
en su aullado manifiesto.-y como Maeve
ante Esus
o Naoko ante la sonrisa estúpida
del suicidio de su amante.
Y si yo, en toda mi bravura y mi existencia,
en los vasos de veneno poderoso -que aortan en los bares
de siempre
mi pesada costumbre
de amarme a cuchillazos-. Si yo siento de esta forma
tan de selva, tan de mar,
tan de ruina impronunciable,
tan de catástrofe
o de monstruo picudo
y liberado.
Entonces, no me queda más remedio
que dejar de aceptar
carne putrefacta
y fuegos
que no son
fuegos de nieve-azul no es
el nombre de una supernova.
Y dejar de dar mi alma
por un gesto
que siempre es de huida.
Entonces- me dije a los ojos de la niña desgarrada-
si yo soy capaz de sentir
como si el mundo fuese una gran conmoción
irrepetible.
Jamás
En el amor
me pienso conformar con menos.
Diana Forte.